De todos son conocidos los usos de la menta en cosmética (como dentífrico principalmente) y como remedio natural como calmante de picaduras de insectos, mitigando dolores de cabeza, en procesos digestivos o como un potente descongestionante de las vías respiratorias. Pero además, la menta es un ingrediente delicioso que se puede consumir tanto fría como caliente en multitud de recetas y que hará de nuestros platos algo muy especial. Como elemento en postres (infusionada para helados), en ensaladas (especialmente recetas del Medio Oriente) y también como un aderezo muy especial en platos salados aportará frescor a nuestra vida especialmente durante las olas de calor… ¡Sin olvidarnos de que un mojito sin menta no es un mojito!
Está documentado que en la antigua Roma se utilizaba la menta para elaborar aderezos para carnes rojas y blancas, así como en platos de verduras. Resulta muy versátil dado que funciona bien tanto en platos calientes como fríos, y es habitual acompañar con menta los platos con legumbres como garbanzos, habas, lentejas, guisantes, alubias…
En verano nos encanta su uso en sopas frías como la “Crema de melón a la menta”, en la “Crema fresca de puerros con menta”, “Crema de manzana y lima a la menta”, “Crema de guisantes a la menta”… O en refrescantes ensaladas combinada, por ejemplo, con queso feta, pepino y nueces. Sabores todos ellos vinculados al verano, con un toque indudablemente mediterráneo.
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