El nuevo enemigo es el azúcar como hace años lo fue el tabaco. La potente industria azucarera está en el punto de mira de las organizaciones científicas y de la salud hasta el punto de que la presión que estos “lobbies” llevan años ejerciendo para que productos con mucho azúcar añadido estén gravados con un impuesto especial podría convertirse en realidad.
El azúcar añadido se encuentra en muchísimos alimentos procesados. En algunos, de manera obvia, como los refrescos o la bollería, pero hay muchos otros en los que no sospechamos que haya azúcar y sin embargo la hay, y mucha. Por ejemplo, en los embutidos, en el pan de molde, en yogures y lácteos light, salsas (mayonesa) en las patatas fritas y demás snacks salados, en los productos precocinados (lasañas, pizzas…), etc.
La Organización Mundial de la Salud recomienda un consumo máximo de azúcar añadido de 50 gramos al día en una dieta estándar de 2.000 calorías. Solo una lata de refresco tiene entre 35 y 45 gramos. Si a eso le añadimos un plato precocinado, un par de galletas, un yogur light o un bocadillo elaborado con pan de molde con embutido, la cantidad de azúcar se habrá disparado y ¡eso sin haber hecho el gesto siquiera de echar un terrón de azúcar en el café!
Un consumo excesivo de azúcar puede provocar obesidad, tendencia a la diabetes, problemas cardiovasculares, nerviosismo… La mejor receta es huir de productos precocinados y optar por platos caseros sin añadidos ni conservantes. Y mucho ojo al hacer la compra. Merece la pena leer bien los etiquetados.
Y si carecemos de tiempo suficiente para cocinar sano, podemos optar por comprar nuestro menú diario o nuestro catering en empresas como Biomenú, que cocinan sin azúcar, sin precocinados ni fritos. Todo es hecho en casa ¿Lo pruebas?