El chocolate tiene fama de ser un afrodisíaco. A veces, incluso, un sustituto del sexo. Los mayas y los aztecas veneraban el cacao y lo tomaban en ocasiones muy especiales, como el juego de pelota o antes de practicar el acto amoroso; Casanova decía que era más estimulante que el Champán… Cuando el río suena, agua lleva.
Efectivamente, el cacao en estado puro tiene entre sus componentes tripófano, feniletilamina y teobromina, todas ellas sustancias que actúan sobre ánimo y el humor y los mejoran; antidrepresivos, podría decirse. También lleva cafeína, un elemento que, como todos sabemos, invita a la vigilia.
Sin embargo, los más descreídos señalan los postres de chocolate que llegan a nuestra mesa en realidad tienen pequeñísimas cantidades de estas sustancias dado que el cacao presente en ellos suele ir mezclado con muchos otros ingredientes. Por lo tanto, dicen, poco afrodisíacos pueden ser…
Pero aquí juega un papel muy importante el paladar, la consistencia del postre, de una mousse, de un brownie coulant con ese toque de chocolate derretido. Y es cuando la química se encuentra con el arte del comer, de degustar y de disfrutar. Y entonces todo ello nos empuja al vivir el momento y a dejarnos llevar. ¿Nunca te ha pasado a ti?
Comer un exquisito postre de chocolate en buena compañía es una buena forma de celebrar el amor. ¿Estás de acuerdo?
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